Cuatro pares de pies descalzos caminando por el parqué, un edredón fuera de su sitio y la luz del sol entrando por una ventana abierta.
Las paredes de la habitación llevan pintadas del mismo color desde que ella es pequeña, pero ese color beige parece ahora mucho más alegre.
Los espejos de la casa parecen más bonitos cada vez que reflejan su sonrisa. A la izquierda de la puerta hay un perchero donde, normalmente, no hay nada colgado. Ese día había una camisa a rayas azules y verdes además de un cinturón. Un par de zapatos y unos tacones están perdidos en algún lugar de la alfombra. Sobre el escritorio descansa una caja de CD, pero el disco está fuera, dado la vuelta. Por esa razón no se ve el precioso título escrito con un rotulador permanente negro. “De mi para ti” era lo que ponía en primer lugar, pero estaba tachado, y en su lugar se leía “Una parte de mi, tan sólo para ti”. Al lado de la carcasa del CD, había una goma de pelo roja y un papel arrugado. No se aprecia la buena caligrafía.
En esa habitación huele a perfume y a besos. Incluso aunque entre el aire y se lleve el aroma. De hecho, toda la casa huele a una mezcla extraña pero agradable.
Se oyen pequeños pasitos de pies descalzos en la cocina y carcajadas poco sonoras, seguramente intentando ser escondidas por culpa de un pequeño rubor.
La camisa ha desaparecido del perchero, ahora la lleva ella. La verdad es que le queda enorme, pero siempre ha querido ponerse una camisa de hombre a primera hora de la mañana. Como en las películas americanas. Es algún punto entre romántico y sexy. Sólo falta que suene alguna canción.
Ahora desaparece el CD, pero aparece la música. Un tema estúpido y corto, de a penas cinco minutos, pero que provoca reacciones mil veces más intensas y cuerdas. Esa canción.
Tal vez en poco tiempo vuelva a desaparecer la camisa por culpa del chico. O la canción se termine. Pero las sonrisas reflejadas en los espejos seguirán alegrando la habitación de las paredes color beige.
Silencio.
-Qué poco te quiero –dice ella y se ríe, mientras deja caer sus manos sobre las de él.
Sí, definitivamente, ha desaparecido la camisa.
OH!♥
ResponderEliminarEn serio, mientras lo leía, con la imagen incluída y con semejante temazo... es que es precioso! Me encanta! :3
PD. Creo que nos cruzamos el otro día... jajaja.
Un beso! :)
Muchísimas gracias! :) Yo sigo leyendote y la verdad es que tus textos también son alucinantes! :3
ResponderEliminarSi? Dónde? Yo todavía no estoy segura de si sabría reconocerte :S Pero si me reconoces salúdame! :D
Un beso!
Me acabo de quedar prendado ;) es maravilloso ver que aún hay gente bonita en el mundo.
ResponderEliminarY me voy al tro post que he visto mi foto preferida de Robert Doisneau.
Besos enormes
Muchísimas gracias! :)
ResponderEliminarSí, la verdad es que es una grandiosa foto!
Besos!